lunes, 7 de febrero de 2011

Não-indiferença

El pelo se quedó revuelto, los mechones se le pegaban a la cara y aunque se esforzaba no era capaz de despegarlos. Las gotas caían calándole el vestido color cereza que se había puesto para la despedida, pero no le importaba. Cuando vio el tren alejarse por las vías sintió que las cosas habían dejado de tener sentido, con los zapatos y el bolso en la mano, el vestido pegado al cuerpo y el maquillaje malogrado comenzó a llorar, de una manera que se le antojaba ajena, no sentía como suyo aquel llanto. Notaba como las lágrimas caían por su rostro confundiéndose con la lluvia y de vez en cuando se le escapaba algún sollozo, pero prefería pensar que era otra persona la que lloraba en los andenes. No quería sentirse estúpida sabiendo que no lo volvería a ver nunca más.

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